lunes, 17 de octubre de 2011

LENTO, QUE VAMOS LEJOS

El pasado 15 de octubre los indignados a causa del sistema capitalista neoliberal y de la crisis global, nos manifestamos en más de ochenta ciudades españolas, entre las que estaba Las Palmas de Gran Canaria. Han calculado en 5.000 los manifestantes. Mienten con descaro  los periodistas, tipo Alfonso Rojo e Isabel Durán, los banqueros y los políticos vividores y, por ello, también defensores del sistema capitalista, que insisten en el carácter juvenil de este movimiento. Y lo dicen con baboso cinismo. Quieren decir que siendo movimiento de jóvenes, es obra de una chiquillería que termina en botellón. En nuestra capital observé, como llamativo, el abultado número de personas mayores de cincuenta años. No me atrevo a nombrar a personas de mi edad, bien conocidas socialmente, que patearon la ciudad, porque no cuento con su permiso. Por ser persona pública nombro, con admiración, a D. Antonio Morales Méndez, Alcalde de Agüimes, y siento mucho no haber visto al Alcalde capitalino, ¿o es que no está de acuerdo con la necesidad urgente de un cambio de sistema, de un cambio global? ¿Asistió el Presidente del Cabildo? Yo no lo vi y me extraña que esté de acuerdo con el sistema social, político y económico que ha provocado esta crisis, tan popular. Tampoco vi al grancanario Vicepresidente del Gobierno, ¡demencial que un socialista no vaya con el pueblo para cambiar el sistema capitalista neoliberal! Una prueba contundente de la culpabilidad de banqueros y políticos es que no acuden a estas manifestaciones, porque saben que se organizan contra ellos, sí había empleados de banca, pero no banqueros. Por cierto, tampoco se vio a ningún obispo, aunque sí a bastantes cristianos de base. Los periodistas adictos al sistema capitalista, esos que aparecen en ciertas tertulias nacionales, hasta se ríen entre dientes del movimiento 15 M, realmente son indignos que no toleran a los indignados. Banqueros, políticos y periodistas que no toman nota, siquiera, de la masiva manifestación global, en un millar de ciudades del mundo. El Sr. Aznar López, cada vez más aupado en las carnavaleras plataformas de su complejo de Napoleón, considera que el 15 M es un movimiento “marginal”, que no dice nada a la sociedad. De aquí deduzco que el doctorado que le dieron en Ecuador fue el de horroris causa, que le convierte en el new Dr. Asnar, la Z cayó, dado su odio a Zapatero. ¡Qué vergüenza nacional! Esta elefancíaca insensibilidad con la realidad es el común denominador que mancomuna a los creadores, sostenedores y defensores de este cruel e injusto sistema neoliberal. Sólo los partidos y las instituciones más libres o de izquierda, han hecho algún caso, ¡no mucho!, a la revolución social del 15 M y 15 O. Los demás partidos, de manera muy especial el PP, menosprecian con indiferencia suicida y homicida estos evidentes signos de los tiempos. Estos partidos, alejados de la base verdaderamente popular, son los que gobiernan al mundo, sostenidos por el dios Mercado. Si el próximo 20 N se exhumara por las urnas la sombra del golpista FF, el dios Mercado celebraría en Madrid sus mejores bacanales. Sabemos que esta marcha va muy lejos, por ello también es lenta. Lento, que vamos lejos, rezaba una de las pancartas del 15 O. Es una tremenda carrera de fondo, que sólo culminará con paciencia deportiva, con absoluta no violencia, con argumentos evidentes y con trabajo común. Los banqueros, los políticos y los periodistas de conciencia recortada, seguirán, en su demente ceguera, despreciando los signos del cambio global que todos necesitamos. ¡Ladran, luego cabalgamos! Un mundo nuevo de igualdad, de justicia social, de bienestar universal y de ecología, es posible; aunque hay algunos que locamente se oponen y a los que habrá que parar los pies…, sus descendientes lo agradecerán…

sábado, 8 de octubre de 2011

¡NO PUEDE SER!

Nos queda algo más de un mes para  el  20 N. Quizás sea la vertiginosa marcha atrás de esa efemérides, junto con el adelanto que hacen los del PP de esa votación, considerándose ya electos, lo que me hace ver cosas que ¡no pueden ser! No puede ser que un partido, el partido principal de la Oposición parlamentaria, como es el PP, sea premiado y promovido como partido de Gobierno, habiendo sido el peor partido de la Oposición de la era democrática española. Aún más, si no lo comparáramos con ningún otro partido, el PP ha hecho, por sí mismo, una oposición emocionalmente descontrolada, desleal no sólo con el Gobierno, sino con los españoles, antipatriótica con España, arrogante, maleducada y crispante. En realidad, el PP no ha hecho oposición parlamentaria, sino un obsesivo ataque “ad hominem” a la persona del Presidente del Gobierno y eso, no sólo después de la crisis, sino años antes de que ésta estallara, es decir, en la primera legislatura socialista. Cualquiera que haya seguido las sesiones de control al Gobierno, ha podido comprobar el innecesario veneno con que los diputados del PP, especialmente Soraya Sáenz de Santa María, Pío García Escudero y Mariano Rajoy Brey, untaban sus preguntas al Gobierno. Si a estos tres diputados, añadimos a María Dolores de Cospedal García y a Esteban González Pons, yo no dudo que nos encontramos ante los cinco diputados con mayor exhibición de cinismo, de provocación y de torpeza en todo el arco parlamentario, tres dentro y dos fuera del Parlamento. De los cinco, por orden de impresentabilidad política, qué duda cabe que ocupa el primer puesto el felino Esteban González Pons, luego el melifluo y obediente Pío García Escudero, seguido de la segunda oficial Dolores de Cospedal.
¡No puede ser! No puede ser que el candidato más valorado, Pérez Rubalcaba, pierda ante el candidato menos valorado, Rajoy Brey. ¿Qué es, pues, lo que votamos, una marca política dogmatizada o un candidato libre? Sabemos que los votos de la derecha son votos egoístamente fieles y los de la izquierda son tan libres que pueden ser hasta desleales con razón. ¡Si no, fíjense lo que pasó el 22 M!
¡No puede ser! No puede ser que cuando los abusadores y omnipotentes Mercados ordenan la derechización de Europa (¡ojo! que quedan por derechizar sólo España y Grecia…) haya alguien que crea que lo hacen por el bien común, cuando para ellos, el bien común es el menos común de todos los bienes; sí, sí, igual que el sentido común de toda la vida. El PP, en los casi ocho años de Oposición parlamentaria, no se ha apoyado en el sentido común y, por tanto, no ha pretendido ni conseguido el bien común. ¡No puede ser! No puede ser Presidente del Gobierno de España quien desde la hamaca de Peridis no ha usado el sentido común y ha enviado a sus secuaces a desvariar y a crispar. No puede ser que cometamos otra vez el tremendo error del pasado 22M. ¡No puede ser! No puede ser que los voraces epulones de los mercados, impenitentes ladrones de guante blanco, reciban el 20N un apoyo, aún mayor, de España. No puede ser que la ideología y la praxis de un partido de derecha sean elegidas para resolver una crisis creada por la ambición insaciable de los usureros, dueños del gran capital. Y si todos hemos podido comprobar que también la ideología y la praxis de izquierda han hecho indigna genuflexión ante el gran capital, sin embargo, es verdad históricamente comprobada que la izquierda frena más y mejor la voracidad del sistema capitalista que la derecha. No puede ser que los mercados, sostenidos por la derecha economicista, injusta e insolidaria, entren en España el 20N, no ya por la ventana; sino por la puerta principal y bajo palio. ¡Eso no puede ser! ¡Como tampoco puede ser que los y las candidatos del PP actúen, desde hace tiempo, como si ya se hubieran celebrado las elecciones y hubieran obtenido la mayoría absoluta! ¡No puede ser que se hipnotice y se manipule al pueblo soberano de esa forma tan burda!
Acabo refiriéndome a la falsa premisa desde la que partía el otro día un amigo del PP. Me dijo que su voto, en conciencia, sería para la derecha porque esa ideología está más cerca de su fe, como creyente cristiano. Y seguramente que esa razón es compartida por una inmensa mayoría de votantes. Sólo que esa razón esconde una gran falacia. Ser creyente cristiano no es sinónimo de ser creyente católico. El cristianismo auténtico y original, es decir, el nuevo Camino que Jesús de Nazareth propuso a la humanidad y por el que fue ejecutado por la cúpula política y religiosa, romana y judía, dejó de ser cristianismo cuando, por decisión de Constantino el Grande se convirtió en una religión de Estado, una religión de poder. El cristianismo de Jesús no es el catolicismo de los obispos monárquicos ni, posteriormente el de los papas. Si utilizamos, interpretándolos, términos modernos, Jesús fue un hombre claramente de izquierda, se enfrentó con la derecha religiosa, económica y política y fue asesinado por ella. A estas alturas de la llamada “era cristiana”, no es bueno seguir con tan serias y, a veces, alimentadas confusiones. ¡Eso, ni puede ni debe ser!

miércoles, 5 de octubre de 2011

DOBLE TRAICIÓN CATÓLICA (I)

La triple negación que Pedro, el pescador, hizo de Jesús de Nazareth, pasó a la historia como una señal de lo que podía ser posible entre los seguidores del maestro nazareno. Ese mismo día, su compañero, Judas Iscariote, se le había adelantado en la traición a Jesús camuflada en un beso. A partir de entonces, las traiciones dirigidas a Jesús desde las filas de sus falsos seguidores se han alternado con otras tantas heroicas fidelidades de sus auténticos fieles. A mi juicio, tras mucho estudiar, investigar, pensar y, sobre todo, observar desde dentro y desde fuera de la iglesia católica, contabilizo tres traiciones fundamentales entre los seguidores de Jesús de Nazareth. La primera traición es la institución del Papado. Ya antes de que Constantino el Grande (280-337 d.C) hiciera del cristianismo una religión de poder, crecía entre los seguidores de Jesús el ansia de ambición insaciable de los obispos sobre los ancianos y pastores (términos que eran intercambiables en el Nuevo Testamento), hasta que lograron imponer su máxima autoridad al estilo monárquico. Los obispos de Roma y de Constantinopla alzaron su preeminencia sobre los obispos de las otras tres grandes “diócesis”. Alejandría, Antioquia y Jerusalén. Simultáneamente crecía la polémica sobre cuál debía ser el “obispo primado”, el de Roma o el de Constantinopla. Olvidaron aquello de que “el que quiera ser el primero, que se ponga el último”, o lo otro: “no vine a ser servido, sino a servir”, o lo otro: “mi reino no es de este mundo”, o lo otro: “den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”… En cuestión de tres siglos los obispos de Roma  lograron hacer creer, con engaño y a golpes de autoridad, (desde luego no a los constantinopolitanos, ni a los antioquenos, ni a los alejandrinos, ni a los jerosolimitanos) que Pedro, el pescador y apóstol de Jesús, había sido obispo de Roma, que Jesús lo había nombrado su Vicario y, que, por tanto, el actual obispo de Roma era el legítimo sucesor de Pedro, con máxima autoridad sobre el  mundo cristiano. Los primeros obispos romanos responsables de esta gran farsa y traición fueron: Dámaso (366), Siricio (384), León I (440), Gregorio el Grande (590) y Bonifacio III (607). A partir de ahí, la traición quedó no sólo cometida; sino consolidada “per saecula saeculorum”, de manera que todos los Papas hasta el actual, que hace el número 265, siguen consumando esta gran traición al Maestro que dicen representar como Vicarios.  Es mi total convicción, como la de los teólogos “libre pensadores”, que el Papado no sólo no fue instituido por  el apóstol Pedro, ni mucho menos por Jesús de Nazareth; sino que, como tal institución, es absolutamente contraria al mensaje, a la vida y a la voluntad expresa del Maestro nazareno. Un Papa, “rex regum”, “imperator imperatorum”, Jefe de Estado, Monarca Absoluto, Summus Pontifex es simplemente imposible que sea, a la vez, Vicario de Cristo, de aquel Jesús  que todos sabemos quién fue y cómo vivió. El Papado hiere mortalmente el mensaje cristiano de igualdad entre todos los seres humanos e hijos del único Padre Dios.  Desde su institución aparecen apelativos católicos impensables en la mente de Jesús: Sumo Pontífice, Santo Padre, Eminentísimo Sr. Cardenal, Excelentísimo Sr. Obispo, Clero (segregado) y Laico (pueblo). El Papa, Monarca-Jefe de Estado y Sumo Pontífice, mezcla en su persona el poder mundano con el poder espiritual, lo cual es una traición a Jesús, cuyo reino no es de este mundo. Jesús rechazó radicalmente las desigualdades y las clases; el Papado, sin embargo, las reinstaura y las afianza, a pesar de que Jesús dijo que no se llamara a nadie maestro, ni padre, ni doctor. Como Nimrod de Babilonia o los Emperadores de Roma, y el Papado, imitando a ambos, unieron el poder político-económico y el religioso: Monarca-Jefe de Estado y Sumo Pontífice a la vez ¿No es esto traicionar a Jesús? ¿No es ésta una traición peor que la de Judas y la de Pedro? La teología vendrá  luego a intentar fundamentar este gran delito de prevaricación, convirtiéndose en el alma de la rígida estructura de una religión.

DOBLE TRAICIÓN CATÓLICA (y II)

La segunda traición católica es haber convertido el Camino de Jesús de Nazareth en una Religión. En el tribunal de la defensa de mi tesis doctoral en Teología Moral se encontraba el Prof. Juan Mateos, magnífico teólogo orientalista del Instituto Oriental de Roma. En su libro Cristianos en fiesta afirmó que la religión es una hojarasca de deberes y obligaciones. Pensé mucho en la afirmación de mi amigo, el Prof. Mateos. Fue cuando caí en la cuenta que Jesús de Nazareth no había sido fundador de ninguna religión, ni de ninguna “iglesia” en el sentido que hoy le damos a este término. Jesús quiso mostrar un Camino nuevo, absolutamente nuevo, de ir por la vida. Eso sí, manifestó claramente que la mejor forma de caminar ese Camino era perteneciendo a una Comunidad de iguales, es decir, de hermanos unidos por el amor operativo al único padre Dios y a todos los seres, amor del que se dice que “obras son amores y no buenas razones”. Sin embargo, una religión es un sistema rígidamente jerarquizado, de creencias, de teorías teológicas, de prácticas rituales y de leyes morales con el que la clase pontifical pretende re-ligar a los seres humanos con lo divino y con lo sagrado. Fue Lucio Lactancio, escritor y apologista del siglo III/IV, quien propuso este significado del término religión como re-ligación de la persona con Dios, dentro, eso sí, de una estructura jerarquizada, donde todo está bien atado por la autoridad y por el dogma y donde la obediencia a la cúpula sacerdotal es la piedra angular del edificio. En la re-ligión, incluso el amor, si no está sometido a la obediencia jerárquica, se rechaza…Toda re-ligión se apoya en dos supuestos fundamentales: el primero, está creada por el verdadero Dios en contra de las otras religiones que son falsas; el segundo supuesto, ese Dios verdadero inspira su voluntad a un intermediario a quien inviste del poder divino y éste, a su vez, se rodea de un grupo de subordinados a quienes hace partícipes de algunas parcelas de su poder delegado por Dios (clérigos), los cuales tienen la misión de “pastorear” al pueblo (laicos). Cuando muere el primer intermediario o fundador se instaura una férrea línea sucesoria entre los miembros de la casta sacerdotal. Con estos dos supuestos, se entiende que las religiones dividen a la humanidad, cada una considera falsas a las demás, cada una se sustenta tras su castillo dogmático, siendo imposible el auténtico diálogo interreligioso, mucho menos su unión. Las religiones son estructuras de poder político-económico y mágico-religioso.


Lo que Jesús de Nazareth creó no fue en absoluto una religión. No creó de parte de Dios una estructura jerárquica sacerdotal con autoridad sobre el pueblo, no creó ningún cuerpo teológico ni tampoco ningún ritual litúrgico. Precisamente por rechazar las estructuras de poder religioso y político, fue condenado a muerte por dos Sumos Pontífices, el romano y el judío. Jesús de Nazareth propuso un Camino, un nuevo Camino y una nueva forma de Caminar en este mundo, de manera que también surgiera un nuevo mundo. El propio Jesús caminó como proponía que caminásemos todos, se ofreció como testimonio y por ello dijo “Yo soy el camino…” Los primeros cristianos entendieron perfectamente la voluntad de Jesús y empezaron a hacerse iguales , a salir del amor étnico, racial y clasista y amar con amor universal incluso a los enemigos, decidieron que entre ellos no podían haber clases basadas en el mayor o menor poder económico, decidieron ser valientes en su nuevo Camino hasta la muerte, respetaban a los ancianos, apóstoles, obispos que les recordaban las palabras de Jesús. Pero, fueron precisa y paradójicamente los obispos los que cayeron en la tentación del poder y convirtieron el nuevo Camino de Jesús en una vieja religión. Es fácil ver que el actual Papa no es un caminante cristiano que camine en igualdad y en amor operativo el nuevo camino de Jesús, junto con los otros caminantes; sino, en todo caso, un privilegiado viajante católico, que se reúne desde su trono monárquico, desde sus malabarismos teológicos y desde su egregio pontificado y jefatura de Estado con los laicos, que son el pueblo sencillo y sufrido, los hijos predilectos de Dios. ¡A partir de Constantino, quizás incluso algo antes, los obispos cambiaron Camino por Religión ¡Fue la segunda gran traición contra Jesús de Nazareth! ¡Y desgraciadamente hay más…!