jueves, 27 de enero de 2011

LA PODEROSA SOCIEDAD CIVIL

Lo que la sociedad civil ha conseguido en Túnez es admirable, ejemplar y modélico para el resto de países gobernados por dictadores corruptos (¡no hay dictadores que no lo sean, ni siquiera Fidel Castro…!). El conjunto de ciudadanos, autoorganizados como tales para actuar en el campo de lo público y en busca del bien común, es lo que llamamos sociedad civil. Según el reconocido sociólogo francés Alain Tourain, “la existencia de una sociedad civil, diferenciada de la sociedad política, es un prerrequisito para la democracia. Sin ella no hay Estado legítimo”. La sociedad civil es la dueña de la totalidad del poder político. Se trata del poder de autogobernarse que tiene, de manera natural,  toda sociedad y que, en cada tiempo electoral, delega soberanamente en unos cuantos ciudadanos que deben  ejercerlo con la única finalidad de favorecer e incrementar el bien común. Los llamados “políticos” son exclusivamente delegados de la sociedad civil con esa exclusiva misión social, ni más ni menos.
Desgraciadamente, desde que los griegos, 500 años a.C., hablaron de democracia hasta el día de hoy, incluyendo las pomposas democracias  USA o las europeas, ese poder del pueblo, que éste delega, ha sido usado más en su contra que a su favor. A lo largo de los siglos hemos terminado por creer que democracia es aquel régimen en el que los políticos  permiten que los ciudadanos voten solo una vez cada cuatro años. Y entre votación y votación, el “demos” pierde, por delegarlo, su “kratos” y en cuatro años hay tiempo para todo, para ser fieles, honrados, cumplidores y efectivos; pero también sobra tiempo para traicionar, para corromperse, para incumplir y para ser ineficaces, ante la rabia contenida o reprimida de la sociedad civil ¡Imaginemos qué ha podido suceder en los años en que Ben Alí fue presidente de Túnez, él que se definía demo-crático…! Ha debido suceder algo insoportable para que el pueblo tunecino haya liberado  su dignidad pisoteada con tanta violencia, ¿pero hay otra forma de liberarse de ciertos dictadores y torturadores corruptos? Habría otra forma que sería la de una instancia jurídica independiente y supranacional, con autoridad decisoria reconocida sobre cada Estado, nada de ONU, ni de UE, ni de otras instancias inútiles por contaminadas. Pero esta posible solución no está permitida ni por el poder económico, ni por el político que digan lo que digan- no buscan el bien común; sino el enriquecimiento injusto de una minoría. Con esta actitud represora, ambos poderes saben que alimentan las explosiones de la sociedad civil, aunque intentan convencerse de que, si sucedieran,  sabrían y podrían controlarlas.
Después de Túnez, la sociedad civil sigue profundizando en la conciencia de sí misma, en el conocimiento de su poder arrebatado no sólo por la dictadura sino también por la esperada demos-kracia. Los egipcios, los argelinos, los libaneses y otros pueblos, tras el ejemplo de la sociedad civil tunecina, despiertan su conciencia auténticamente demos-krática y pasan a la acción. Que los estados europeos tomen buena nota de lo que ocurre en África, porque en la vieja Europa tampoco hay auténtica demos-kracia; pero sí hay sociedad civil, por cierto cada vez más harta y humillada.






LA PODEROSA SOCIEDAD CIVIL

Lo que la sociedad civil ha conseguido en Túnez es admirable, ejemplar y modélico para el resto de países gobernados por dictadores corruptos (¡no hay dictadores que no lo sean, ni siquiera Fidel Castro…!). El conjunto de ciudadanos, autoorganizados como tales para actuar en el campo de lo público y en busca del bien común, es lo que llamamos sociedad civil. Según el reconocido sociólogo francés Alain Tourain, “la existencia de una sociedad civil, diferenciada de la sociedad política, es un prerrequisito para la democracia. Sin ella no hay Estado legítimo”. La sociedad civil es la dueña de la totalidad del poder político. Se trata del poder de autogobernarse que tiene, de manera natural,  toda sociedad y que, en cada tiempo electoral, delega soberanamente en unos cuantos ciudadanos que deben  ejercerlo con la única finalidad de favorecer e incrementar el bien común. Los llamados “políticos” son exclusivamente delegados de la sociedad civil con esa exclusiva misión social, ni más ni menos.
Desgraciadamente, desde que los griegos, 500 años a.C., hablaron de democracia hasta el día de hoy, incluyendo las pomposas democracias  USA o las europeas, ese poder del pueblo, que éste delega, ha sido usado más en su contra que a su favor. A lo largo de los siglos hemos terminado por creer que democracia es aquel régimen en el que los políticos  permiten que los ciudadanos voten solo una vez cada cuatro años. Y entre votación y votación, el “demos” pierde, por delegarlo, su “kratos” y en cuatro años hay tiempo para todo, para ser fieles, honrados, cumplidores y efectivos; pero también sobra tiempo para traicionar, para corromperse, para incumplir y para ser ineficaces, ante la rabia contenida o reprimida de la sociedad civil ¡Imaginemos qué ha podido suceder en los años en que Ben Alí fue presidente de Túnez, él que se definía demo-crático…! Ha debido suceder algo insoportable para que el pueblo tunecino haya liberado  su dignidad pisoteada con tanta violencia, ¿pero hay otra forma de liberarse de ciertos dictadores y torturadores corruptos? Habría otra forma que sería la de una instancia jurídica independiente y supranacional, con autoridad decisoria reconocida sobre cada Estado, nada de ONU, ni de UE, ni de otras instancias inútiles por contaminadas. Pero esta posible solución no está permitida ni por el poder económico, ni por el político que digan lo que digan- no buscan el bien común; sino el enriquecimiento injusto de una minoría. Con esta actitud represora, ambos poderes saben que alimentan las explosiones de la sociedad civil, aunque intentan convencerse de que, si sucedieran,  sabrían y podrían controlarlas.
Después de Túnez, la sociedad civil sigue profundizando en la conciencia de sí misma, en el conocimiento de su poder arrebatado no sólo por la dictadura sino también por la esperada demos-kracia. Los egipcios, los argelinos, los libaneses y otros pueblos, tras el ejemplo de la sociedad civil tunecina, despiertan su conciencia auténticamente demos-krática y pasan a la acción. Que los estados europeos tomen buena nota de lo que ocurre en África, porque en la vieja Europa tampoco hay auténtica demos-kracia; pero sí hay sociedad civil, por cierto cada vez más harta y humillada.






sábado, 22 de enero de 2011

¿DÓNDE QUIERES EL TIRO?

Esa fue la pregunta que, según la mujer, le hizo el hombre apuntándola con su Smith & Wesson cargada. Como quiera que la pistola estaba ya sin el seguro, con una bala en la recámara y ocho en el cargador, estuvimos en un tris de inaugurar en 2011 y en Gran Canaria los asesinatos de mujeres a cargo de maltratadores machos machistas. No puede un hombre encañonar un día a su mujer, sin que haya ejercido desde tiempo atrás su condición de maltratador macho machista. Lo que ocurre es que hay algunos maltratadores que actúan ruidosamente como elefantes en chatarreras y otros que ejercen sigilosamente sobre alfombras como zorros… Afortunadamente, el maltratador macho machista no disparó su arma y no tenemos que lamentar el asesinato de una mujer. Sin embargo, lo sucedido nos ofrece la oportunidad de seguir tomando conciencia sobre la realidad de la violencia de género. El asesinato de una mujer a manos de su pareja es la manifestación última y más cruenta de la “mente patriarcal”. Pero, previamente a ese injustísimo y fatal desenlace, la “mente patriarcal” se caracteriza fundamentalmente por dos rasgos habituales e inconfundibles: la actitud de desigualdad y la actitud de posesividad.
La “mente patriarcal” nace y se desarrolla de la profunda creencia en la desigualdad esencial entre hombres y mujeres. Se trata de una creencia tan radical y tan honda que en la mayoría de las personas se encuentra en estado inconsciente. Con la “mente patriarcal”, y apoyándose en la ley física del más fuerte, el hombre cree ser desigual, también en esencia, a la mujer, es decir, superior psíquica y espiritualmente, además de serlo físicamente. Esta diabólica creencia es la fuerza bruta que mueve los sentimientos, los pensamientos y las reacciones de un maltratador macho machista. Por eso, dentro del nuevo sistema educativo que la humanidad necesita, el empeño por implantar la conciencia de igualdad esencial entre todos los seres humanos, debe ser la primera piedra. Esta es una tarea muy ardua, porque ya sabemos que el sistema capitalista neoliberal que nos domina, hunde sus raíces, tácita o explícitamente, en el satánico principio de la desigualdad entre los seres humanos.
La “mente patriarcal” también nace y se desarrolla a raíz de la creencia en el derecho de posesividad del hombre sobre la mujer. Esta actitud de posesividad, hija espontánea de la conciencia de desigualdad, es la otra pata del maltratador macho machista. “Solo mía”, al estilo de la película de Javier Balaguer. ¡O mía o de nadie! La “mente patriarcal” es la mente arrogante y “dominadora” del “dominus” con “dominio”, por tanto, sobre la vida y la muerte de sus siervos, entre los que está la mujer. Solo un sistema educativo radicalmente nuevo nos hará cambiar a la conciencia de igualdad esencial y a la conciencia de libertad individual, entonces ocurrirá la muerte de la “mente patriarcal”. Parece no haber bastado el revolucionario lema francés de liberté, égalité, fraternité para lograr la rendición incondicional de la mente patriarcal. Aún nos quedan más revoluciones; pero revoluciones que, a través de un nuevo sistema educativo, apunten a la transformación de las conciencias de las personas individuales, que son las que conforman las conciencias sociales y las conciencias políticas. Las conciencias de desigualdad y de posesividad, tan abundantes y tan enraizadas en nuestra sociedad, no son conciencias; sino subproductos pseudo racionales y destructivos de la mente patriarcal.

lunes, 3 de enero de 2011

PRESIDENTE ZAPATERO, ¡RETIRADA YA!

Señor Presidente, la hora de su retirada ha llegado ya, creo que hace meses que llegó y créame que lo siento.


Vd. debe anunciar su retirada, proponer ya primarias o Congreso y seguir al mando del Gobierno hasta el final. Me alegro que no dimita. Los socialistas deben aceptar, desde ya, que el próximo candidato, sustituto suyo, tendrá un colosal fracaso y que el PSOE pasará años en la oposición parlamentaria. Los españoles, o los españoles como yo, tendremos que prepararnos para soportar a la derecha española, que es conocida en el mundo entero por sus cuernos afilados, sus delirios quijotescos, su “pos yo no me ajunto con nadie” y su apego al oro, al incienso y a la mirra. ¡Nos esperan vergüenzas más dolorosas!

¿Por qué debe Vd. retirarse,? Pues porque los poderes fácticos de la economía y de las finanzas, los dioses Mercados, dominan sobre el poder político. Esta es la tremenda, aunque sabida lección que hemos aprendido en esta crisis global. ¿No le parece gravísimo, Presidente? El poder soberano del pueblo, el poder democrático, que es el que se delega a los gobernantes como Vd., ha sido poseído y encarcelado por el poder financiero y económico. Quiero decir que si el sistema democrático mundial era, hasta ahora, un poder desvalido, ahora ya es inválido total y, además, impotente. Señor Presidente, ya sabíamos, como en espejo, que los dioses mercados manipulaban al mundo; pero ahora vemos, de manera directa, que el mundo de los mercaderes domina, subyuga y decide sobre la vida o la muerte de los pueblos. Los mercaderes y su brazo derecho la Unión Europea, le han desposeído, Sr. Presidente, de su poder, el que España le delegó. La izquierda política que Vd. representa se ha plegado ante la presión de los dioses Mercados, por ello su partido ha perdido toda legitimidad ética y, por tanto, Vd. debe retirarse para salvar su dignidad .

Como yo no tengo razones para dudar de su honradez y de su conciencia ética, me imagino, Sr. Presidente, el remordimiento de conciencia y la angustia con que Vd. obedece ciegamente las amenazantes órdenes antisociales de los omnipotentes dioses mercados. El paradigma capitalista neoliberal ha ganado el pulso a sus sacrosantos principios sociales. Cuando aún no le habían enseñado los dientes los dueños del mundo, se enfrentó Vd., valiente y coherentemente, al emperador Bush II, y los ciudadanos honrados y de conciencia ética se alegraron; sin embargo, ahora se ha vuelto Vd. un humilde y obediente cordero, temeroso de contradecir a la Merkel o al Sarkozi o al Barroso; destinado, sin atenuantes, al sacrificio ritual de las elecciones. Por ello, Sr. Presidente, retírese honradamente y dé como razón que sus principios ético sociales no le permiten presidir un Gobierno sumiso e incoherente. ¡Será una gran lección de honor! Déjele a Rajoy, a Sáenz de Santa María, a Montoro, a de Cospedal, a González Pons, a Pío Escudero… la fácil tarea de sacarnos de esta crisis, sin que Vd., desde la Oposición, sea ni vengativo, ni incontrolado, ni antipatriótico como son todos ellos. ¡Por favor, no los imite en eso! Antes de irse, pregúntese y pregunte a sus socios europeos, si la pertenencia a la UE supone la sumisión al imperio financiero y económico. Me temo que sí, aunque Vd. lo duda. ¿Veremos algún día que el europeísmo no es tan bueno, ni el nacionalismo tan malo? Sé que estas medidas de dimitir por honor, de corregir, de pedir perdón al electorado, de cambiar de rumbo… están prohibidas para los gobernantes en esta vergonzante democracia. Sé que lo que le pido, Sr. Rodríguez Zapatero, es casi imposible, pero solamente una casi imposibilidad, es decir, una decisión firme, ética y, por tanto, absolutamente nueva, nunca antisocial, pero sí un taponazo, puede devolvernos la dignidad, la paz social y el bienestar.