viernes, 23 de julio de 2010

NACIÓN Y NACIONALIDAD

Durante los más de cuarenta años en que he ejercido como psicólogo clínico, he visto a miles de personas sufriendo por tener miedo de ser autónomos, a pesar de que la autonomía es el estado naturalmente maduro de todo ser humano adulto. ¿Cómo es posible tener miedo de ser nosotros mismos, de ser autónomos?, y, sin embargo, es un miedo que hunde sus raíces en lo más profundo del yo inconsciente, aunque, en la superficie, sus síntomas y signos suelen presentarse disimulados. Hay que advertir que ser autónomos o independientes, individualmente, no significa aislarse. Todas las personas autónomas e independientes viven necesariamente asociadas con las demás, formando colectivos familiares, vecinales, laborales, deportivos, culturales, étnicos, religiosos etc. Quiero decir, que el ser humano, destinado como está naturalmente a la autonomía individual, también y, al mismo tiempo, lo está para la relación social. Pero, el miedo a que la individualidad quede disuelta o encorsetada en la relación, tanto de pareja como de grupo, late siempre en las profundidades del yo inconsciente. Es el conocido miedo a la disolución del yo.


Lo que ocurre a nivel de la individualidad, ocurre también en el nivel de lo grupal. Los colectivos que se auto forman a partir de una única y misma realidad territorial (de nacimiento y/o de vida), cultural, verbal, jurídica y política, se sienten poseedores de una misma personalidad colectiva que define al grupo como distinto y autónomo de los otros grupos parecidos. También estos grupos, como los individuos, necesitan su autonomía y su independencia de los otros grupos, aunque también necesiten establecer alianzas, asociaciones y vínculos extra y supragrupales, por imperativo natural. Pero también estos colectivos, al igual que los individuos, temen muy mucho perder la propia personalidad e idiosincrasia al establecer alianzas y asociaciones, sean voluntarias como impuestas, con otros colectivos. Hasta aquí, hemos recordado conclusiones, pacíficamente científicas, de la psicología y de la sociología.

Estos colectivos territoriales, culturales, verbales (con lengua o con habla), distintos entre sí, en España se llaman Comunidades Autónomas. ¿Sabían los “padres” de la Constitución del 78 que auto-nomos en griego es lo mismo que in-dependens en latín? Es más, la independencia es la lógica consecuencia de la autonomía. Auto-nomos es quien establece sus propias leyes, quien es su propio legislador. Y quien se hace sus propias leyes, es decir, quien tiene independencia jurídica, es un colectivo políticamente independiente, es decir, una NACIÓN.

Es evidente, según lo dicho, que actualmente, hoy por hoy, por el momento, ni Cataluyna ni Canarias son NACIONES, porque realmente no son colectivos territoriales, culturales, verbales… autónomos, es decir, independientes jurídicamente, porque dependen jurídicamente y, por tanto, políticamente de un colectivo superior, que es independiente jurídicamente de otros colectivos parecidos y que se llama España, la Nación española. Es claro que las Comunidades Autónomas españolas legislan en sus Parlamentos; pero hay un Parlamento, por encima, que es el máximo legislador.

Cataluyna y Canarias fueron NACIONES, verdaderas Comunidades Autónomas e Independientes, hasta ser sometidas por la fuerza de las armas. Hoy, ni los catalanes ni los canarios somos NACIÓN; pero lo fuimos y podemos volver a serlo. Y a esa Comunidad Autónoma, que fue y puede volver a ser NACIÓN, propongo que se le llame NACIONALIDAD. La NACIONALIDAD es como la PERSONALIDAD profunda, inconsciente y en esperanzado letargo de una NACIÓN. Reivindicar y exigir la independencia jurídica para recuperar el estado de NACIÓN es y debe ser tan normal como el que una persona individual reivindique y exija su autonomía y su libertad. Es claro que individuos y comunidades, ambos, se someten a normas y vínculos asociativos con otros individuos y con otras comunidades, quiero decir que no se hacen asociales ni sociópatas. La Comunidad Autónoma puede, si quiere, decidir depender, jurídica y políticamente, de otra Comunidad de Comunidades que es la Nación Española y ser, por tanto, NACIONALIDAD. Pero también puede reivindicar y exigir políticamente su independencia jurídica como NACIÓN. Yo no veo posible ni útil, hoy por hoy, la independencia jurídica de Canarias, como NACIÓN, quizás más adelante sí. Pero nunca admitiré que Canarias deje de ser NACIONALIDAD, es decir, Comunidad que fue NACIÓN y que puede volver a serlo. Ningún canario, a no ser que goce con el masoquista y perverso placer de la conquista sangrienta o entienda mal la realidad del mestizaje, debe renunciar a que Canarias sea nombrada constitucionalmente como NACIONALIDAD. ¡ Canarias fue una NACIÓN, que vivía su paz social y política, y que fue conquistada y humillada por la fuerza de los trabucos castellanos ¡ ¿O no?

Según las leyes de la democracia, no sabemos si la mayoría del actual pueblo canario o catalán o vasco o valenciano quiere ser NACIÓN o NACIONALIDAD. Yo siempre he sentido la necesidad de saberlo, por eso no sólo no me da miedo; sino que deseo y quiero preguntárselo a todos, deseo y quiero un referéndum. Me han dicho que el Gobierno Nacionalista Canario quiere renunciar al término NACIONALIDAD, ¿es eso así, Presidente Rivero?

jueves, 8 de julio de 2010

PREGÓN EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN


Respetadas Autoridades civiles y militares, Muy querida Comisión de Fiestas presidida por su incombustible Presidente, Reverendo Sr. Párroco, y muy nobles paisanas y paisanos de la Gran Canaria, especialmente los nacidos y residentes en esta Ilustre, Solidaria, Libre, Espiritual, Tolerante y Amable Península de La Isleta: Paz, Bienestar y Alegría para todos en el comienzo de las fiestas en honor de María, la Madre de Jesús, que decidió bajar desde la meseta del Monte que los árabes llaman Karmel y los judíos Karem´El hasta los puertos y costas de nuestro planeta Tierra, para servir de “Stella Maris” a los hombres y mujeres de la mar.

     Gracias, muchas gracias, paisanos canarios de La Isleta, por haberme hecho el impagable honor de encargarme el Pregón de las fiestas del Carmen. Les aseguro que he hecho lo posible por hacerme merecedor de su confianza.

      ¡¡¡LA ISLETA!!!   ¡¡¡Cómo resuena ese nombre en el fondo de mi alma!

      La Isleta fue mi diario campo de entrenamiento como niño y como canario desde mis 12 a mis 17 años, desde 1954 a 1959, en que me fui de Canarias, con la firme promesa, que hice a Juanito Méndez de volver a La Isleta. En esa época y en ese lugar dí mis primeros pasos en la inquietud social y espiritual.

     Me siento en el dulce y sagrado deber, ya en el inicio de este Pregón, de hacer memoria de algunos, sólo de algunos nombres de personas a quienes, como Pregonero de las Fiestas del Carmen 2010, agradezco públicamente su viejo e indeleble entusiasmo a favor de la vida y del bienestar de este inigualable barrio porteño.

     Allí conocí a mis primeros amigos de La Isleta, Juan Ormazábal (sacerdote), Pepe Betancor (enfermero), Armando Ladeiro (fraile franciscano), Felipe Rosas (Profesor), entre otros. Me impresionó la figura alta y delgada del Párroco, D. José Díaz Alemán, me sentí muy querido por él y me hizo algún encarguillo del que luego les hablaré. En esos años estaba naciendo el actual Presidente de esta Comisión de Fiestas y que luego sería, hasta el día de hoy, mi gran amigo Juan Luís Barragán, con su bellísima mujer Mercedes.

     Mi segunda época en La Isleta comenzó en 1970, cuando siendo un joven sacerdote jesuita, ordenado justo hacía un día con 27 años, administré en esta Parroquia mis primeros bautizos, un 29 de junio de ese año; aunque fue cuatro años después cuando tomé la decisión de vivir y de trabajar en La Isleta, cumpliendo así la promesa que hice en 1959 a Juanito Méndez.  De aquellos inolvidables años, me siguen resonando hoy los nombres de mujeres y hombres, jóvenes y mayores, que con su entusiasmo y tesón mantuvieron muy en alto las fiestas del Carmen y la solidaridad del barrio, algunos ya son finados y otros siguen andando el camino de la vida: Armando García, Paco Herrera, Ginés Betancor, Juan Bonilla, Conchita la Maestra, Samper, Antonio Guardia, Rafael Reyes, Mari Carmen Bonilla, Policarpo el del carrillo, el sorprendente Mingoles, Tita, Nena, Antoñita, Rogelia Ormazábal y las maravillosas hermanas Flora y Magnolia y tantos otros y otras que solidariamente echaban y echan el hombro ante la llamada inexcusable de la Virgen del Carmen.
     A pesar de mi papel de Coadjutor del Párroco, mi trabajo principal y más habitual en La Isleta, durante la década de 1974 – 1984, fue el de Psicólogo Clínico. Aquí fundé en 1975 el Centro de Orientación Polivalente de La Isleta (COPI), con un grupo de reconocidos médicos, enfermeros, psicólogos, abogados y teólogos, siendo su primera sede en la Calle Reina Teguise y la segunda en la calle Menceyes, ambas gracias a la familia Almeida, procedente de Montaña Alta de Guía. En esos años viví también en dos casas, la primera, en la calle Palmar, con el reconfortante aroma de los pollos asados de Domingo y la segunda, en Los Hermanos Pinzones. Fue mucha la gente de La Isleta que pidió nuestra ayuda profesional, ayuda que siempre dimos con mucho amor, ayuda que me hizo conocer, aún más, el fondo noble y honrado de los paisanos de esta Ilustre Comunidad de La Isleta.


     ¡¡¡ LA ISLETA!!!  ¡¡¡ Cómo acaricia tu nombre mis oídos y como          hace latir  mi corazón!!!  Quiso la CONCIENCIA SUPREMA que en las seis letras de tu nombre contempláramos claramente los seis dones, los seis privilegios, los seis títulos que adornan el alma de cada mujer y de cada hombre de la Península de La Isleta de La Gran Canaria:

La Isleta, por la I con la que inicia  su nombre, es ILUSTRE. Los antiguos romanos llamaron ILLUSTRE a lo iluminado, a lo esclarecido, a lo que destaca por su brillo y esplendor. Nuestra Isleta, geográficamente ubicada en el noreste de Las Palmas de Gran Canaria, es la tierra que primeramente se ilumina cuando nace el sol, cada día, por el atlántico horizonte. Sus tres montañas mayores y la cuarta montaña menor, guardianes titánicos y arquetípicos de nuestro barrio, son las primeras en recibir la esclarecida señal del nuevo día. La capital de La Gran Canaria, renace cada día desde La Isleta. Es el ilustre e iluminado espíritu de las montañas el que se desparrama, a las primeras luces del alba, por cada calle, por cada casa, por cada plaza, por cada cafetín de nuestra Península, donde se husmea el buchito de café y el vasito de ron y es Paene Insula, porque es Casi Isla, es decir, Isleta. Por ello es ILUSTRE La Isleta, porque es Casi Isla en una Isla, es La Península de la Gran Canaria, unida al resto de la capital de Tamarán por el Istmo de Guanarteme. La Isleta es también ILUSTRE porque nace y vive entre  el OCÉANO y la MONTAÑA; uno, símbolo de lo profundo, y de lo sublime, la otra. La Isleta es ilustre, esclarecida, luminosa, porque es su gente la que la hace brillar. Yo, que viví y trabajé en ella, afirmo con rotundidad que la gente de la Isleta es ILUSTRE, CLARA. La gente de la Isleta brilla por su propia esencia, por ello es ILUSTRE.

La Isleta, por la S de su nombre, es SOLIDARIA. La SOLIDARIDAD de La Isleta es la primera razón que justifica plenamente su calificativo de ILUSTRE. En  La Isleta habitaron nuestros venerables antepasados canarios que, además de utilizar la tierra de las montañas para sus cultivos y dar de comer a sus animales, se alimentaban también pescando en la Bahía del Confital, a un lado y en la Bahía de La Luz, al otro. Las acumulaciones de conchas de lapas (los llamados concheros) encontradas en la Bahía del Confital, son buena prueba de la actividad marisquera delos aborígenes de La Isleta. Nuestros antepasados canarios nacían y vivían en lugares como la Cueva de los Canarios, en la Montaña del Confital o en las Casas de Piedra, descubiertas en 1939 en la zona del Puerto; trabajaban cuidando su tierra y sus animales, pescando y excavando para conseguir muelas de molino para la molienda del trigo en canteras como la de la Montaña Quemada, frente a Las Coloradas; y cuando morían, nuestros mayores de La Isleta se enterraban en la desaparecida necrópolis, que se extendía aproximadamente desde la Puntilla hasta la actual plaza del Pueblo. Pero lo importante es que este noble, primitivo y sencillo pueblo canario de La Isleta sacaba su fuerza del espíritu solidario de sus mujeres y de sus hombres. Todos los historiadores, de una manera o de otra, insisten en la SOLIDARIDAD de los antiguos canarios en el entero proceso de su existencia: en el nacer, en el vivir y en el morir. Nacían, vivían y morían como PUEBLO, con un gran sentido de PERTENENCIA A LA TIERRA Y A SU COMUNIDAD. Los que hemos tenido la suerte de vivir y de trabajar en la Península de La Isleta, yo lo hice durante 10 años, sabemos que la SOLIDARIDAD entre los vecinos de este ilustre barrio, es no sólo históricamente proverbial; sino contundentemente eficaz. Ya en época moderna, en las primeras decenas del siglo XIX existían personas censadas en La Isleta, unos 22 vecinos y unas 12 familias de pescadores. La carretera que unió Las Palmas con el Puerto, empezada en 1854 y terminada en 1861, marcó el comienzo del crecimiento de la población de la Península de La Isleta. Pero el big-bang del desarrollo del barrio surgió a partir del inicio de las obras del Puerto de La Luz, en 1883. Pues bien, fue precisamente la SOLIDARIDAD  la que hizo posible la cálida convivencia de grancanarios del interior de la Isla con hermanos canarios de Fuerteventura y de Lanzarote, que necesariamente llegaron a La Isleta en busca de pan y de bienestar. Nunca existió en la Isleta el “pobre de hambre”, nunca faltó a un hambriento pan, leche de cabra, gofio o algún pejín. Y las tiendas de aceite y vinagre ejercían su particular sentido de la SOLIDARIDAD con “los fiaos”, apuntados en cualquier cacho de papel.

Las mujeres y hombres de La Isleta, por la L de su nombre, son gente LIBRE. Fueron libres sus primeros moradores prehispánicos porque la civilización, que luego dio en llamarse globalización, no les había aún robado la original y natural libertad de los seres vivos. Libres fueron también los grancanarios, majoreros y conejeros que llegaron a la Península de La Isleta al elegir, cada uno donde quiso, el lugar para plantar su caseta. En esos momentos fundacionales, la solidaridad y la libertad se unieron en indisoluble pareja, que hizo brillar a LA GENTE de La Isleta como GENTE ILUSTRE entre toda nuestra canaria gente.  Socarrones artesanos y valientes ebanistas de la libertad fueron las mujeres y los hombres de La Isleta que atravesaron con astucia aquellos casi 40 años de ignominia y universal vergüenza, impuestos en el almanaque por el general golpista, de cuyas células de la muerte y piquetes falangistas pudieron escapar no pocos isleteros por su picardía y su pasión por la libertad.

Las paisanas y paisanos de La Isleta, por la E de su nombre, son gente ESPIRITUAL. La dimensión espiritual de sus vidas se genera en los isleteros, desde abajo hacia arriba, desde las raíces a las copas (como tiene que ser) desde la diaria y  habitual SOLIDARIDAD hasta la sublime ESPIRITUALIDAD. Es precisamente su dimensión SOLIDARIA la base terrena de su ESPIRITUALIDAD. Quiero decir, que la ESPIRITUALIDAD de los paisanos de La Isleta tiene sus pies en la tierra, hunde sus raíces en el respeto y en el amor fraternos. Esa SOLIDARIDAD social se convierte en La  Isleta en auténtica HERMANDAD, porque todas y todos, paisanos y forasteros, son hijos de la misma Madre, Santa María del Monte Carmelo. Por eso, es ahora, en la fiesta de la Madre de todos, cuando en La Isleta se alcanza el máximo grado de unidad y de fraternidad. A la hora de honrar a la Virgen del Carmen, no hay raza ni color, no hay clase ni partido político, no hay diferencia alguna que menoscabe la UNIDAD FRATERNA de los hijos e hijas de la misma Madre, que es, a la vez, Reina de las Montañas y Reina de los Mares, Reina de lo de Abajo y de lo de Arriba, Flor del Monte Carmelo y Estrella del Mar.

Las hijas e hijos de La Isleta, por la t de su nombre, son gente de TOLERANCIA. Nunca me sentí, ni oí que nadie se sintiera marginado, rechazado o segregado en La Isleta. Si alguna zona de la cosmopolita isla de La Gran Canaria, se lleva la palma del cosmopolitismo tolerante, esa es la Península de La Isleta. La vida en La Isleta, tanto en el divertido ocio como en el duro trabajo, siempre se ha nutrido de la pluralidad de sus habitantes. En esa rica y efervescente pluralidad social, cada isletero vive y deja vivir. La diversidad pacífica se observa y se palpa entre la fe católica y la fe de otras comunidades religiosas; entre los trabajos más rabiosamente modernos de la era informática y las profesiones sociales más antiguas de la humanidad; entre la hospitalidad despabilada, pero bonachona del grancanario isletero y la afluencia de infinidad de lenguas, de razas y de culturas; entre la asumida rutina de la vida diaria del barrio y el bullicio electrizante de sus fiestas, de su Fiesta del Carmen o de su Carnaval. Siempre recordaré a La Isleta como espacio de TOLERANCIA.

Por fin, la gente de la Península de La Isleta, por la a que pone broche de oro a su nombre, es gente AMABLE. AMABLE, en su doble significado de gente capaz de amar y gente digna de ser amada. La actitud amorosa de los isleteros se alimenta, día a día, tanto de su SOLIDARIDAD como de su ESPIRITUALIDAD. Quiero decir que los isleteros aman y se dejan amar porque forman una unidad solidaria y espiritual. Aquí se cumple aquello que decía el Obispo Agustín de Hipona: “El amor o se da entre iguales o hace iguales a los que no lo son”.  El pueblo que ama, se ama y se deja amar es un pueblo de iguales, de paisanos con frente alta y paso firme, pueblo sin complejos, pueblo de paz y de respeto, pueblo de hombres fuertes con garrote y de mujeres tiernas con hojas de palma. Es la mezcla de fuerza y de ternura lo que hace de La Isleta una comunidad particularmente amable, entre las amables comunidades de La Gran Canaria.

¡Honor y gratitud a la I S L E T AILUSTRE, SOLIDARIA, LIBRE, ESPIRITUAL, TOLERANTE y AMABLE!

LA ISLETA, PENÍNSULA GRANCANARIA QUE ES TEMPLO DE LA VIRGEN DEL CARMEN.


Dice la historia que fue en el siglo XII cuando un grupo de judíos abrazaron la fe cristiana y levantaron un templo a la Virgen María en el Monte Carmelo, cordillera de Israel sobre el Mediterráneo y de 525 metros de altura. Ya en el libro bíblico de los Reyes se menciona este monte sagrado por su relación con la estancia en él de los profetas Elías y Eliseo. Décadas más tarde, el 16 de julio de 1251, cuentan los escritos que la Virgen María se apareció a ese grupo de  cristianos y, entre otras cosas, les comunicó los colores blanco y canelo del hábito y del escapulario del Carmen, el blanco para recordar lo divino y el canelo para tener presente lo terreno. Con ese hábito blanco y canelo, María del Carmelo quería que recordáramos por igual lo de arriba y lo de abajo, lo espiritual y lo solidario.

En la Edad Media, los sarracenos invadieron el Monte Carmelo y los cristianos huyeron por el Mediterráneo hacia Europa con su Virgen del Carmelo, que les prometió, ahora que dejaba la montaña y se iba al mar, que sería su STELLA MARIS.

Ya en el siglo XVIII, el almirante mayorquín, D. Antonio Barceló Pont de la Terra (+1797) impulsó la devoción a  la Virgen del Carmen entre la gente de la mar y fue a partir de ahí que se sustituyó el patrocinio de San Telmo por el de la Virgen del Carmen. Todos los marineros, civiles y militares, tomaron a Nuestra Señora del Monte Carmelo como patrona.

La Península grancanaria de La Isleta recibió a su Virgen del Carmen el 13 de julio de 1913,  imagen traída en tartana desde el Hospital de San Martín, por ello dentro de tres años celebraremos el centenario de su llegada a nuestro barrio.


Quiero recordar, en voz alta, algunas anécdotas que yo viví en La Isleta y que hablan de la humanidad y del socarrón buen humor de su gente.

Acompañé, un día de 1976, al entonces Párroco del Carmen, D. José Luís Álamo Suárez, a administrar la extrema unción a una abuelita de 96 años. D. José Luís, inclinándose sobre la abuelita acostada en su inmaculada cama blanca, le preguntó que cómo se sentía. Ella, hablando bajito para que no la oyera su hija, que merodeaba por allí, respondió: “¡Ay, D. José Luís, lo que me pasa a mí es que estoy muerta de hambre!” El Párroco preguntó a su hija si su madre comía y le dijo que sí, que comía; pero no las cosas que ella pedía. D. José Luís mandó salir fuera a su hija, quedándonos los dos con la viejita, y le preguntó en voz baja: “¿A Vd. que le gustaría comer, mi niña?” Respondió: “¡Ay, querío, unas sardinitas escardás con gofio!” El Cura le dijo a su hija que fuera corriendo a La Plaza a comprarle unas sardinas a su madre y que se las escaldara con gofio. Aquella viejita se comió las sardinitas escaldadas con gofio y revivió como el gato al olor de la sardina.

             Dos años más tarde volvimos a ir, el Párroco y yo, porque la hija de
aquella viejita nos  mandó decir que su madre ya se iba. D. José Luís se sentó en la cama y cogió la mano derecha a la abuelita. “¡Ay D. José Luís qué cansada estoy, tengo ganas ya de descansar!” El Párroco le dijo algunas palabras para animarla y prepararla para el viaje, mientras la viejita escuchaba serena y con los ojos entreabiertos, pero sin que se le escapara detalle, según pudimos ver después. En esto, D. José Luís le dice: “Abuela, váyase tranquila a la casa de Dios, a la casa de su Padre Dios”. La viejita abrió los ojos y le respondió con voz más alta: “Sí, pero como en la casa de uno no se está en ningún sitio”.

Bajaba yo una noche por la calle Andamana, cuando oigo a una señora con fuerte acento andaluz que me dice: “D. Jaime, véngace un ratito pa’ dentro”. Yo me paré y le dije: “Mujer, pero ¿tú no sabes que yo soy cura?” “¿No lo voy a zabé?”, me contestó, “pero como D. Jocé Luí es amigo zuyo, él le perdona y en paz”.

Un recuerdo especialmente amoroso y agradecido al que fue siempre administrador de la Parroquia, el paciente y fiel Juanito Méndez (que en paz descanse) y a la encargada de la misma, la incombustible y servicial Mariquita, apodada la Negra (también descanse en paz), aunque yo le decía “Mariquita terremoto”.
De Mariquita, siempre con sus chancletas, su pañoleta y su vestido de vuelos y colores, recuerdo el cortadito que le ofreció al Obispo Infantes Florido, cuando éste visitó la Parroquia. Estábamos en el despacho de Juanito Méndez, D. José Luís Álamo, el secretario del Obispo, D. Juan Ormazábal y el propio Infantes Florido. Mariquita, como siempre, ofreció un café (“¿Quieren un buchito de los mios?”)…, tomó nota de los pedidos y se fue a hacerlo. Al rato vuelve con bandeja en mano: unos vasitos pequeños ya servidos, una azucarera, una sola cucharilla para seis y una lata de leche condensada con dos agujeros. Sirve el azúcar a demanda con la única cucharilla y revuelve. El Secretario episcopal le había dicho a Mariquita, en voz baja: “El Sr. Obispo, cortadito”.  Mariquita ofrece primero los cafés solos y al final le da al Obispo su vasito con café: “¿Vd. lo quería cortado, verdad?” “Sí, por favor”, respondió muy fino el Obispo. Agarra Mariquita la lata doblemente agujereada de leche condensada, se la lleva a la boca y, arrimándola al vasito de café del Obispo, pegó un tal soplido por uno de los agujeros  que, por el otro, salió el pegoste de leche condensada que cortó, al Obispo su café sólo y a los demás, la mismísima respiración. La carcajada que tuve que estrangular en aquel momento, llevo más de treinta años soltándola, cada vez que vuelvo a contar el cuento.

Y qué decir de las guapísimas hermanas Lorenzo, Maribel que fue Mis de acá y Mis de acullá, Mis de Todo hasta llegar a Mis Europa, corona que mantuvo dos años en su cabeza. Y Paki, universal tentación e inigualable y bellísima peluquera de siempre. Cuando una u otra venían los domingos a leer las lecturas bíblicas desde el altar, con aquellas mini-mini-minifaldas de la época, los primeros bancos de la iglesia  se llenaban de galletones con ojos como chernes, que terminando la lectura, hacían mutis por el foro, convencidos que disimulaban bien.

Para terminar, no quiero olvidarme de una de las tradiciones más tiernas, más naturales y, a la vez, más socioespirituales de las fiestas del Carmen de La Isleta: me refiero al ROSARIO DE LA AURORA. Según mi saber, creo que no hay en Canarias lugar donde se conserve tan intacta esta emotiva práctica religiosa del ROSARIO DEL ALBA o DE LA AURORA.

En La Isleta, el primer ROSARIO DE LA AURORA, tradición proveniente de las famosas misiones populares, se celebró en el año 1953, siendo Párroco D. José Díaz Alemán. Les dije que este Párroco me había hecho algún encarguillo y éste era tocar las campanas, a las 4.30 de la madrugada, para LAS ALBADAS, que así  se llamó en la cristiandad al Rosario del Alba o de la Aurora y cantar algunas tonadas llamando a los feligreses, como se hacía tradicionalmente en el pueblo burgalés de Quintana del Pidio: “LOS FAROLES ESTÁN ENCENDIDOS, POR FALTA DE GENTE NO PUEDEN SALIR, ¡VENID, OH ÁNGELES DEL CIELO, QUE LOS DE LA TIERRA NO QUIEREN VENIR!” Cuando aquellos pocos faroles de Quintana del Pidio salían por fin a la calle, se encontraban con los jóvenes, poseídos por el vino de Dionisos, que volvían de rondar y de desahogarse en los prostíbulos y era entonces cuando el Rosario de la Aurora acababa a farolazos… En La Isleta las cosas eran más pacíficas, a pesar de la multitud que siempre acude. Mi amigo Juan Ormazábal y yo subíamos al campanario y entre repique y repique de campanas cantábamos nuestras tonadas para así ayudar a que los isleteros saltaran de la cama con diligencia: “¡Levántate, fiel cristiano, que ya llegó la mañana, levántate y ven de prisa porque la Virgen te llama. Venid cristianos venid que ya la iglesia abierta está!” Y en una segunda ocasión, éramos aún más insistentes: “¡Levántate fiel cristiano, porque la Virgen te llama, que no haya un fiel de La Isleta, que por gandul la desaire. Venid cristianos venid, que ya la iglesia abierta está!” Y, por fin, rematábamos nuestra llamada, incluso algo rabiosos: “¡El demonio a la oreja te está diciendo: no vayas al Rosario sigue durmiendo!” Así, en el Rosario de la Aurora, se escenifica la eterna lucha entre el BIEN y el MAL, entre lo divino y lo diabólico, entre Dios o la Diosa y el Diablo o la Diabla. El BIEN, en nuestro caso, se simboliza en la diligencia al levantarse con la llamada de la campana, en la Virgen que es la que llama, en el rezo del Rosario. El MAL se simboliza en la pereza, con la que se desoye la llamada de la Virgen, no renaciendo al espíritu con la luz del día. La Isleta, porque su amor a la Madre de todos es inmenso, no ha querido hacer un solo Rosario de la Aurora; sino nueve, es decir un novenario, una novena de Albaradas. Las novenas, recogidas por la tradición católica, no tienen origen bíblico; sino grecorromano. Los griegos y romanos dedicaban nueve días al duelo por la muerte de un ser querido y también dedicaban nueve días a apaciguar la ira de los dioses. Todo esto porque nueve es tres veces tres, siendo el tres el número perfecto. Pero los isleteros se enganchan, muy sabiamente, a la tradición medieval de la novena como metáfora de los nueve meses de embarazo, a la espera de un maravilloso parto, de una extraordinaria celebración. En efecto, los nueve días del Rosario de la Aurora nos conducen con austera constancia y creciente esperanza hasta la epifanía de la Virgen del Carmen, el 16 de julio, la Virgen montañera del Carmelo, que se prepara para patear la tierra de nuestras calles, aupada y acunada por sus incondicionales costaleros, a quienes agradezco, felicito y animo por su sacrificio proveniente del amor por su Virgen.

    Queridos paisanos y paisanas de la Península de La Isleta, dispongámonos a la fiesta, preparémonos para el jolgorio y el tenderete, abramos las puertas de nuestro corazón y de nuestro cerebro a la alegría colectiva, a la placentera unidad de los hermanos. Pueblo capaz de unirse en la fiesta es PUEBLO ILUSTRE, SOLIDARIO, LIBRE, ESPIRITUAL, TOLERANTE Y AMABLE. Este es el pueblo de La Isleta, así lo conocí hace 56 años, así lo reconozco y así lo amo hoy. Les pido que se pongan de pie para lanzar tres grandes vítores: ¡Viva la Isleta!, ¡viva su gente!, ¡viva su madre del Carmen!


                                 











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