viernes, 6 de mayo de 2011

¿UN PAPA BEATO?



Un Papa ha declarado Beato a otro Papa. Si tenemos en cuenta que para la iglesia católica un Papa es el “vicario de Jesucristo en la Tierra”, que confirma en la fe a sus hermanos, cabría esperar que todos los Papas fueran santos. Ser Beato o Santo significa fundamentalmente dos cosas. La primera se refiere a la vida ejemplar que debió llevar esa persona  según el modelo de Jesús de Nazareth, considerado por los católicos como divino fundador de su iglesia. La segunda se refiere a la certeza, garantizada por el Papa, de que la persona beata o santa goza de la visión de Dios después de su muerte. Finalmente se necesita un signo de poder divino, los milagros. Para ser beato por lo menos uno y para ser santo por lo menos dos. Hay Beatos que llevan siglos a la espera de un milagro, mientras que otros los hacen como churros, como fue el caso, según algunos de sus hijos, del Marqués Escrivá de Balaguer. Lógicamente es el Opus el valedor de la beatitud y de la rápida santidad de su bienhechor Juan Pablo II: santo subito, como  el Marqués.
Hay varios teólogos católicos y ex católicos que denuncian la institución del Papado como la gran traición a la persona y al mensaje de Jesús de Nazareth. Da lo mismo quién sea el Papa, lo rechazable, lo execrable, lo sacrílego y lo anticristiano es el Papado como institución en sí misma. Imaginen a cualquier Papa por bueno que sea, vestido con atuendos imperiales desde la cabeza hasta los pies ( ¡todo de firma…!), con cetro o báculo en su mano, con anillo precioso en su anular, sentado en un trono dorado imperial y bajo baldaquín, rodeado de príncipes cardenales y pajes, custodiado por su propia guardia papal. Y esto porque  el Papa es el único Monarca absoluto que queda por estos andurriales y porque, además, es Jefe de Estado.
 Pues bien, imaginen que detrás del bañado en oro trono papal, estuviera Jesús de Nazareth, perplejo pero consciente, recordando su mensaje en la oreja al sucesor de Pedro: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo mi ejército lucharía para defenderme” (Jn.18). “si alguno de Vds. quiere ser el primero que sea el último y servidor de todos” (Mc.9). “Vds. minusvaloran el precepto de Dios  y lo sustituyen por ritos y tradiciones” (Mc.7). “Vayan y aprendan lo que significa prefiero la misericordia al rito sacrificial” (Mt.12). “Las raposas tienen cuevas y las aves nidos; pero este hijo de hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt.8). “No lleven oro ni plata, ni cobre en su cinturón, ni alforja para el camino, ni dos túnicas… porque el obrero es acreedor a su sustento” (Mt.10) “Les digo de verdad que si no viven como niños, no entrarán en el reino de los cielos, porque el que se abaja hasta hacerse como un niño, ése será el más grande en el reino de los cielos” (Mt.17) “Y al que daña a uno de estos niñitos, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y lo arrojasen al mar” (Mt.18). “Vds. saben que los reyes de las naciones las subyugan y que los grandes las avasallan. No ha de ser así entre Vds.; al contrario, el que entre Vds. quiera ser grande, que sea servidor” (Mt.20). “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos… Ensanchan sus filacterias y alargan sus flecos, gustan de los primeros asientos en los banquetes y en el templo, y de los saludos en las plazas y de ser llamados maestro. Vds. no se hagan llamar maestros, porque uno solo es su Maestro y Vds. son todos hermanos. Ni llamen padre a nadie, porque uno solo es su Padre, el que está en los cielos…” (Mt.23)
Yo no dudo; sino que, además, deseo que Karol Wojtyla goce de la visión beatífica de Dios, como en su momento lo deseé para el Marqués Escrivá de Balaguer. Lo que sí digo, es más, lo que observo con evidencia, es que el Papa, Monarca y Jefe de Estado Juan Pablo II, no confirmó a sus hermanos en la verdadera fe en Jesús de Nazareth. Lo que sí logró fue aumentar la influencia vaticana y derechizar soberana e hipnóticamente a su iglesia. Al aceptar el Papado, incumplió de manera flagrante el mensaje de Jesús. Los Papas, Reyes de este mundo, Jefes de Estado, dueños de Bancos (Ambrosiano, Santo Spirito…), ricos y privilegiados hasta decir basta, jueces supremos implacables contra los librepensadores y críticos, despreciadores de la igualdad de género, silenciadores de las vergüenzas propias, no pueden ser ni Beatos ni Santos, es decir, no pueden presentarse a la humanidad como imitadores de Jesús y, por tanto, como modelos a imitar y a venerar. Y esto aunque escriban todas las encíclicas que quieran denunciando la injusticia social, el paro, las desigualdades, la pobreza y las guerras; por la noche  el Papa siempre acaba durmiendo como rey en el Palacio Apostólico del Vaticano. Quiero acabar citando un párrafo del discurso del Papa Benedicto XVI en la beatificación del también Papa Juan Pablo II: “Nos enseñó (se refiere al Beato) que no debíamos tener miedo de ser cristianos. Ni de la verdad, porque la verdad es la primera garantía de la libertad”. ¿Cae en la cuenta el Papa teólogo, Soberano y Jefe de Estado, que precisamente el miedo de ser verdaderamente cristiano es el que ha engendrado y alimenta el catolicismo?. ¿Qué tiene que ver el Papado con la persona y el camino señalado por Jesús? ¿Qué tiene que ver el catolicismo con sus dogmas, sus ritos y su policía teológica con el cristianismo original? ¡Lo que un huevo a una castaña! Cada vez hay más gente seria que espera que los Papas católicos se conviertan al cristianismo, que renuncien al Papado con toda su parafernalia política y económica, que pidan perdón a Dios y al mundo y que retomen la misión de sencillos sucesores de Pedro, que abandonen las prometéicas arrogancias teológicas y acepten las humildes sendas pastorales, quemando, eso sí, toda añoranza por Constantino… Perdonen el final algo pesimista, pero me temo que la mefistofélica Curia Romana ya prepara, desde luego coram Domino, a un Juan Pablo III…




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