viernes, 6 de mayo de 2011

JESÚS Y EL SISTEMA



Recién terminada la Semana Santa y ahora que una parte de la sociedad civil se plantea el voto nulo porque “este sistema no me representa”, es oportuno recordar al milenario Jesús frente al sistema. ¡Este sistema es aquel sistema! Da igual dónde nació, o de quien fue hermano o novio. Lo importante es que Jesús fue un acontecimiento histórico que vivió en la Galilea de hace unos 2000 años. Lo importante es que Jesús de Nazareth se rebeló, con su vida y con su palabra, contra el sistema social, político, económico y religioso de su época. Lo importante es que esa rebelión le costó la vida, siendo ejecutado en la cruz. Lo importante es que sus discípulos y seguidores creyeron tan firmemente en su resurrección, que esa fe tan rocosa les llevó a divulgar su mensaje con tanta valentía que dejaron en ello su vida. ¿Pero cuáles fueron las características de aquel sistema que mató a Jesús de Nazareth?
Desde el punto de vista social, el sistema estaba basado en la desigualdad de los seres humanos, había amos y esclavos, los hombres eran superiores a las mujeres, gente super rica y gente paupérrima, había poderosos e impotentes esenciales. Aquella sociedad estaba fundamentalmente basada en la desigualdad de personas y de clases, por ello el amor era amor de clases, amor individual y amor nacionalista. Contra ese sistema se rebeló Jesús con su vida y con su palabra, rechazando todas las desigualdades y propugnando el amor universal y sin fronteras. Esta novedad revolucionaria (novitas) le costó la vida a manos de los poderosos.
 Desde el punto de vista político, el sistema estaba constituido por el imperialismo colonialista romano y por la teocracia judía. Más concretamente, la sociedad romana estaba regida y subyugada por el poder económico y el poder militar y la sociedad judía, por el poder económico y el poder religioso. Contra el uso injusto y perverso de estos tres poderes, económico, militar y religioso en la gestión de la polis, se rebeló Jesús con su vida y con su palabra, lo que le costó la vida, precisamente a manos de un militar y de un religioso, ambos también dueños del dinero.
Desde el punto de vista económico, el sistema en la época de Jesús estaba apoyado en la desigualdad de oportunidades,  porque los ricos heredaban de los ricos y los pobres heredaban de los pobres. Riqueza y pobreza: ¡ambas crónicas! Jesús rechazó contundentemente la acumulación de riquezas en unos pocos, siendo algunos usureros que, eufónicamente, se llamaban prestamistas… y condenó sin atenuantes la consiguiente pobreza de la mayoría y, además, vivió y se identificó con los pobres, lo que le costó la vida, lógicamente a manos de los ricos usureros.
Desde el punto de vista religioso, el sistema se fundamentaba en la existencia de una casta sacerdotal que se autonominaba intermediaria entre Dios y la humanidad. Dios, decía la casta, habla a la casta que hace de puente (“pontífice”) y ésta transmite la voluntad divina al obediente y temeroso pueblo. La casta religiosa usaba las prescripciones rituales y las asfixiantes prohibiciones morales contra la libertad y la sexualidad. ¿Creen Vds. que el  sistema ha variado desde entonces? Desgraciadamente es el mismo sistema capitalista, creador de indignas desigualdades y que ahora se llama neoliberalismo. ¿No creen Vds. que  ya es hora de reeditar la revolución de Jesús, seamos o no cristianos, ahora  que la crisis provocada por la Banca nos hace la ola y  que las religiones siguen pontificando y beatificando con imperial pompa? ¡Ojalá el 15 de mayo, en la Plaza de las Ranas, la gente a quien “este sistema no representa”, sea mayoría aplastante! ¡Se acabó la sumisión y la cobardía ante la injusticia y el abuso!

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