sábado, 4 de diciembre de 2010

ANTICLERICAL, POR SUPUESTO

En las últimas semanas se habla mucho de la iglesia católica, de su Papa, de sus Obispos y de sus Cardenales, de la llamada iglesia de base. El viaje del monarca y Jefe de Estado vaticano Benedicto XVI a España, sus declaraciones sobre el anticlericalismo español que se le antojó parecido al de los años 30, la aparición de su libro LUZ DEL MUNDO, con sus afirmaciones sobre posibles excepciones en el uso del preservativo, el consistorio cardenalicio con nombramientos cada vez más ultraderechistas y casi póstumos, las próximas jornadas españolas de la juventud y, sobre todo, su tenaz voluntad de imponerle a su iglesia e, incluso, a la sociedad civil, en el fondo y en las formas, la teología y la moral preconciliares, hacen que la sociedad civil y la clase política, coreadas por los medios de comunicación, no paren de hablar del obispo de Roma que “por cada puerta asoma”.
Por lo que a mí toca, no quisiera caer pesado a los que me leen; pero mientras la trampa católica siga insidiosamente operante y sin dar señales de aflojar su presión, siempre habrá gente, con conciencia ética y espiritual, dispuesta a la lucha y a la resistencia.
La trampa católica tiene en común con las otras trampas que está oculta y perfectamente disimulada. Caer en ella, por tanto, es relativamente fácil. La iglesia católica surgió como una gran trampa, los hombres que lograron hacerse con el poder dentro de la comunidad cristiana decidieron fundar una religión perfectamente jerarquizada y abandonaron el camino propuesto por el maestro Jesús de Nazareth. Los libre pensadores expertos en la persona y mensaje de Jesús Nazareno, dentro y fuera de la iglesia católica, saben hace tiempo que el hijo de María y de José no fundó ninguna religión, ni ninguna asociación jerarquizada, ni ningún partido sociopolítico, ni mucho menos un estado. Jesús planteó, para todas las personas, religiosas de cualquier religión o agnósticas, un CAMINO NUEVO para andar por la religión o por la vida misma. Es de todo punto de vista (y más históricamente) falso afirmar que Jesús fundó una religión cristiana o, mucho menos, una religión católica. Tampoco es cierto que Jesús rechazara de plano y en absoluto la religión judía de su pueblo. Lo que sí hizo fue intentar purificarla del mortal virus de la desigualdad, de la mentira y de la hipocresía institucional, del abuso de poder de unos pocos trepadores, de la corrupción jerárquica, del ritualismo arrogante y ostentoso de los jerarcas. Jesús de Nazareth no fue antirreligioso; pero sí claramente anticlerical. Fue tan seriamente anticlerical, que los clérigos de Israel, en todos sus escalafones, tomaron buena nota de su modo de vivir y de su irrefutable mensaje y lograron, contra viento y marea, que fuera juzgado y sentenciado a muerte por ello. Un honrado y auténtico conocedor del maestro de Nazareth es radicalmente anticlerical y, por tanto, antipapal.

Pero, ¿en qué consiste la trampa católica? Pues sencillamente en lo que estamos viendo: entretenerse en ver si se usa el preservativo o no, si se dice la misa en latín o no, si las mujeres son admitidas al sacerdocio o no, si se castiga a los clérigos pederastas o no, si se admite el matrimonio de clérigos o no, si se admite una ley que regule el derecho al aborto o no, y así otros “peccata minuta”. Con estos espectaculares y encandilantes distractivos, los jerarcas católicos, ocultan su trampa y su sacrílega traición que consiste en haber convertido el camino de Jesús en religión, el haber cambiado el reino de los cielos de Jesús en reino de este mundo y estado político, el haber transvertido a Pedro el pescador en el único monarca absoluto del mundo civilizado con el nombre de Benedicto XVI, el haber trasmutado el mensaje socio espiritual de Jesús en un conglomerado teológico litúrgico dirigido por los papas, que nombraron dios a Jesús sin razones, sin argumentos, sólo con las sinrazones de poder encumbrarse ellos como vicarios en la Tierra de ese dios. Hay que volver a afirmar, con todo respeto a las conciencias de todos, que el papado y el actual episcopado monárquico, es el verdadero anticristo del maestro Jesús de Nazareth. La trampa católica se sustenta sobre la gran traición del papado, cuando quien se declara sucesor de Pedro se autoproclama monarca absoluto y jefe de Estado, además de gran maestro de teología y de moral. Ni una cosa ni otra son compatibles con Jesús de Nazareth. El clero católico tal como existe, desde el papa hasta el cura, no fue instituido por Jesús, que fue víctima de un clero menos poderoso que el católico. Por eso, quien conoce sin fraudes teológicos a Jesús y le respeta, es anticlerical. ¿O es que podemos seguir tan ciegos ante clérigos como J. Ratzinger, Rouco Varela, J.A. Martínez Camino, Bertone etc.?

1 comentario:

  1. Me parece un muy buen comentario, que comparto en general, aunque creo que un tanto reduccionista. Claro, el fondo de todo lo que dices no se puede explicar en un simple post.
    Muy bien.

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