Con el término “autoridad elegida”, me refiero a los gobernantes elegidos libremente por el pueblo. Es necesario distinguir entre “autoridades elegidas” y las “autoridades impuestas”, que son todas aquellas que no son elegidas. Yo hablo de las primeras, es decir, de autoridades como Rodríguez Zapatero, Francisco Camps, Miguel Zerolo, María Dolores de Cospedal, José Miguel Pérez, Esperanza Aguirre, Paulino Rivero, Jerónimo Saavedra, José Manuel Soria, etc., etc.
Pues bien, mi tesis es que hay un miedo fundado, nada neurótico ni fantaseado, a las autoridades elegidas, esas que salen cada cuatro años de las urnas. La crisis global que asfixia a la inmensa mayoría de la humanidad, nos ha enseñado muchas, muchas cosas. Lógicamente, sólo los que tienen oídos libres para oír y cerebro libre para pensar, oyen y piensan libremente y, por tanto, concluyen y aprenden las lecciones de la vida.
Es muy habitual observar, cuando se acercan las elecciones, que cada partido político usa la estrategia del miedo, como táctica de campaña. Cada candidato asusta al electorado con la eventualidad de que su opositor político gane las elecciones:¡Uhhh, uhhh que viene el otro! Sin embargo, y a pesar de todos mis pesares, tengo que reconocer que el miedo a la hora de votar, es cada vez más comprensible, más universal e, incluso y por desgracia, más normal.
Este miedo se ha ido forjando lentamente al ver que cuando el candidato llega al gobierno, realiza metamorfosis tan tremendas como sería la de un huevo que se convirtiese en castaña. A medida que avanza la legislatura, el gobernante se vuelve contradictorio con su programa electoral, manipulable, débil, cobarde y, a veces, hasta traidor.
Yo le tengo miedo a Rodríguez Zapatero, porque, en casi dos legislaturas, el Presidente ha realizado un cambio imposible de asimilar por quien lo votó: fue capaz de oponerse al entonces ”general” Bush, a su “teniente” Blair y a su “cabo primero” Aznar López, y ahora no se atreve a oponerse al dictador Rey de Marruecos, traicionando, a la vez y otra vez, a los saharauis; al principio, fue capaz de criticar a la Banca y a las grandes fortunas como responsables de la gran crisis global y, ahora, no se atreve a obligar a la Banca y a los más afortunados a que socialicen una parte de sus astronómicos beneficios económicos y se atreve a congelar las pensiones. A Zapatero le he cogido miedo, aunque en la primera legislatura no se lo tenía.
Muchísimo más miedo le tengo a Mariano Rajoy. Recuerdo lo que era Rajoy en el Gobierno de Aznar López y lo que es ahora como jefe de la Oposición. D. Mariano me pareció un buen Ministro entonces, pero desde que fue declarado delfín por Aznar López, su cambio a peor, a mucho peor fue inesperado para mí. No ha controlado en estos seis años y medio, desde el 2004, su rabia por haber perdido unas elecciones que él contaba ya en su haber. Su rencor, su envidia, su sed de venganza, su sarcasmo sin control, sus malévolas preguntas en las sesiones de control al Gobierno, su egoísmo partidista absolutamente insolidario y antipatriótico, han dejado a España sin Oposición parlamentaria y ha hecho un daño a la nación que sólo la historia podrá describir con equilibrio. Tengo miedo, ¡claro que tengo miedo! de ver a este revanchista, negativista descontrolado al frente del Gobierno español. ¿Y qué les parece el equipo del que se rodea? De Cospedal, Sáenz de Santa María, Aguirre, Pons, Montoro o García Escudero, estos no me causan miedo; sino pánico, en canario “chirgo”. ¡Que Dios nos libre de ser gobernados por personas con un nivel tan bajo de inteligencia emocional!
Ya en Canarias, le tengo miedo a mi Alcalde, sí, a Jerónimo Saavedra, a quien voté. Tenía la esperanza de que la capital de mi isla sería cuidada, transformada en sus barrios, enriquecida, culturizada, embellecida y asegurada. Creí que, dada su edad, su prestigio, su abundante experiencia política y humana y contando con que la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria sería su último cargo político, iba a tomarse absolutamente en serio su “carga” como servidor público. No ha sido así. Votaría otra vez a Jerónimo Saavedra; pero ahora ya le tengo miedo y al numerosísimo equipo del que se rodeó, a ese también le tengo miedo, bastante miedo. Creo que también él oyó de los jesuitas que un buen líder es el que elige el mejor equipo de colaboradores… y que un buen líder es bombero, nunca pirómano.
Creí que el profesor universitario José Miguel Pérez sería un hombre sabio, cercano al pueblo, escuchador y cumplidor de sus escuchas; me lo imaginé dialogante y fomentador de personas y grupos activistas culturales y democráticos a favor de la isla. ¡Pero no, no ha sido así, caracho! Y le cogí miedo bastante pronto, porque un hombre lejano y con poder, da aún más miedo. Hay asociaciones organizadas de la sociedad civil a las que este Presidente ha ignorado día tras día, mes tras mes. ¡Qué pena, profesor!
Y miedo también le tengo al Presidente Paulino Rivero. Miedo al ver que no ha frenado enérgicamente la destrucción territorial y patrimonial de Canarias (lo peor es que él y su gobierno están convencidos de lo contrario…). Miedo al saber que, para ahorrar en tiempo de gran crisis, disminuye la inversión en educación y en sanidad. No hay valores personales y sociales más intocables que la salud y la educación. Tengo miedo de que el Presidente y su equipo no se atrevan a buscar y a encontrar otras fuentes de ahorro.
El miedo del que hablo no es un miedo asociado a lo innato, ni a errores educativos, ni a generalizaciones equivocadas; sino a la reacción normal ante estímulos objetivos, provocados por algunos políticos que fueron elegidos inocentemente por el pueblo.
Tu artículo, como todos los tuyos, me gusta mucho. Dices verdades como puños. Pero ... a veces y solo a veces, me parece un tanto reduccionista. Es cierto, claro, que un artículo no es una tesis, ni siquiera una tesina, pero, por aquello de los oídos libres, creo que hace falta toda la información para optar con libertad. Es cierto todo lo que dices de los políticos, de unos más que de otros, pero, creo sinceramente, que no es todo lo que hay que decir.
ResponderEliminarPese a ello, te felicito por tu claridad expositiva y la honestidad de tus planteamientos.