miércoles, 14 de abril de 2010

CELIBATO, HOMOSEXUALIDAD, PEDOFILIA



Hace unos días el príncipe católico Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, mano derecha del monarca-papa Benedicto XVI, hizo unas declaraciones sobre celibato, pedofilia y homosexualidad. Afirmó que algunos psicólogos y psiquiatras le dijeron que entre el celibato de sus curas y la pedofilia de los mismos no hay ninguna relación. Añadió que esos mismos psicólogos y psiquiatras le aseguraron que entre homosexualidad y pedofilia sí que hay conexión. Afirmaciones que, en todo caso, pueden hacer psicólogos y psiquiatras del Opus Dei.
¿Relaciones entre celibato y pedofilia? Claro que las hay. Ya adelanto que las relaciones son entre el celibato neuróticamente vivido y las perversiones sexuales, entre ellas la pedofilia. Cuando el celibato se vive como represión y no como elección o sana sublimación, la energía sexual puede desbordarse e inundar el terreno de lo respetuoso y de lo lícito, generando perversión. Un o una célibe en represión afectivo sexual es un estanque rebosando de agua y a punto de reventar. La pedofilia, tanto la heterosexual como la homosexual, es una desviación del instinto sexual adulto en cuanto a su objeto natural, que ya  se supone socializado y que, sin embargo, esquiva al  colega adulto desviándose perversamente hacia la niña o el niño. Muchos de los actuales célibes pedófilos entraron en los seminarios como personas bien intencionadas, sintiendo su vocación sacerdotal con total honradez psíquica y espiritual. No se convirtieron en pedófilos al año siguiente; sino que sucumbieron al perverso descontrol instintual tras años de soportar la represión sexual, impuesta por el celibato. Un maratón todos lo comienzan; pero no todos lo terminan. Es cierto que esos célibes, que no supieron ni pudieron sublimar sanamente su sexualidad, tenían que haber abandonado honestamente el estado sacerdotal, siguiendo el consejo de Pablo de Tarso que prefería casarse antes que abrasarse. De hecho hay muchos célibes que dejan su ministerio sacerdotal o estado monacal, guiados por su conciencia ética y espiritual, cuando comprueban que no son capaces de conseguir la sublimación sexual que decidieron en su día. Sin embargo, un célibe fracasado en su intento de sublimar religiosamente su instinto sexual, puede ver intensificada su tensión intrapsíquica hasta la pérdida de todo control, caer en la pedofilia o en otro tipo de perversiones sexuales y seguir aferrado a su fantasmagórica farsa celibataria. Es evidente que no todos los célibes se vuelven perversos sexuales; pero el celibato, asociado casi dogmáticamente al sacerdocio, favorece que haya célibes que no consigan sublimar correctamente su sexualidad y elijan la pedofilia, u otra perversión sexual, antes que abandonar su estado celibatario clerical o monacal.
¿Relaciones entre homosexualidad y pedofilia? Sí, pero las mismas que hay entre heterosexualidad y pedofilia. No puede decirse clínicamente que haya relación entre homosexualidad-heterosexualidad y pedofilia. Lo que sí hay son heterosexuales pedófilos y homosexuales pedófilos, es decir, hay heterosexuales al igual que homosexuales perversos: voyeuristas, fetichistas, froteuristas… La heterosexualidad y la homosexualidad maduras y libres no pueden tener relación con la perversión pedofílica. El príncipe Bertone y Benedicto XVI siguen pensando que la homosexualidad es o una enfermedad  o una perversión inmoral. Pero, ¡ojo al dato!, también la heterosexualidad, cuando es madura, pasional, libre y responsable es condenada por la moral  católica.  De todas formas, es una pena que el  vergonzoso escándalo de la pedofilia clerical, distraiga la atención del verdadero cáncer que corroe a la iglesia jerárquica católica, es decir, la permanente traición que el papado y sus jerarcas realizan contra Jesús de Nazareth, al que delirante e hipócritamente consideran su maestro. Señor cardenal Bertone, la represión sexual ejercida por Vds. a lo largo de los siglos, sí que está en relación con la imposición del celibato y con los sufrimientos neuróticos de un altísimo porcentaje de la población mundial. La sexualidad y la autonomía son los dos grandes instintos biófilos que, por ser dos vías reales hacia la libertad, el papado y sus jerarcas han perseguido secularmente sin miramientos. Tanto, que a la élite clerical y monástica católica que Vds. necesitan dominar le prohíben la sexualidad y la obligan a promesa o voto de castidad, pero también le prohíben la autonomía y la agresividad biófila y la obligan a promesa o voto de obediencia. ¿No sería más lógico, más evangélico y, por supuesto, mucho más sano, que sacerdotes y monjes hicieran promesa de sexualidad y de autonomía, vividas con libertad y con respeto? Así las cosas, opino que sería mucho más difícil encontrar un cura pedófilo.

1 comentario:

  1. Llegó el Mesías, sí, lo reconocieron, sí, construyeron una iglesia con su doctrina, sí. Pero lo olvidaron todo...

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